18 febrero, 2009

Un viaje de película


Llevo algunos meses en que no utilizo el trasporte público. Sin embargo, por cuestiones de mejoras en mi automóvil, en estos días he vuelto a transitar las ajetreadas calles josefinas al retomar el servicio de los autobuses; la verdad no me incomoda para nada el tener que hacerlo, pero hoy al tomar mi ruta a la universidad note algunas cosas que te quiero comentar.

No se si te ha pasado, pero, lo primero que tuve que hacer fue correr tras el primer bus que debía tomar ya que este se detuvo como a los 100 metros de la parada y no me esperaría por mucho tiempo, y por si fuera poco, no me dejo ni sentarme y arranco, y como pueden suponer casi caigo a los pies de los demás pasajeros.

Mi historia continua en las calles de San José, donde se debe poner cara de loca y agarrar el bolso como si pesara una tonelada para evitar ser víctima del hampa, ah y por supuesto no puede faltar la caminata extraordinariamente rápida y más si se que llevo algo de valor en el bolso, como si todos lo supieran.

Tal vez, como yo te estas riendo, de mi tragedia, y lo mejor es que no he terminado… Al llegar a mi próxima parada encontré lo que me faltaba, un chofer amargado, primero, para detrás de otros dos buses, entonces camino hasta donde está, y a pesar de verme llegar, arranca y se corre como si no quisiera que me subiera, bueno, me vuelvo a acercar para subirme y cuando pongo el pie en el primer escalón, comienza a gritar: “¡Apúrese, apúrese, que la barra la marca dos veces, no tengo tiempo para esos jueguitos!” Y sin más, aceleró y de nuevo por poco caigo acostada, claro todas mis cosas no tuvieron la misma suerte que yo y salieron volando, imaginaran mi pena. Logré recoger mis cosas y me senté, pero el “amistoso” chofer continuó con sus gritos: “¡Págueme, que no soy tonto…si, si usted!”, si…era yo. Gracias a Dios llegue a la Universidad y pude contarles esto sana y salva, debo decirles que no fue del todo terrible, ya que pude casar algunas moralejas:

• No pagues un gimnasio, mejor corre detrás de un bus y recorre San José.
• Eres más educada que algunos choferes de bus.
• Desde que logres pasar la puerta de un bus, corre a tu asiento, no sea que termines sentada en el suelo.
• Y no, nadie más que tú sabe lo que llevas en el bolso.

Muy bien, no a todos nos pasa lo mismo, seguro a ti te han pasado cosas peores, así que desahógate y cuéntame, qué te ha pasado últimamente. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Uhmm, veamos, he patinado literalmente primero en un bus de Guadalupe, y luego como si fuera mono tuve que guindarme de los tubos que disponen las unidades de los miles de carros de Horacio que hay en este país, pues de lo contrario salgo disparado por la puerta de emergencia que está ubicado al otro extremo del carro de Horacio #3 de los automores de 40 personas sentadas que cubre la ruta Tibás - UCR y viceversa.
En el primer caso si no es por un asiento y que el motorista dio la vuelta con su unidad de trabajo, no le besé los pies al señor que estaba sentado en el asiento que está antes de la ventana de atrás de dicha unidad de trasporte colectivo de personas.
Y lo bonito es bajarse en San José de cualquier carro de Horacio de San Pedro y tener que caminar casi media avenida central a todo galope para alcanzar la unidad de transporte colectivo de personas que me traslade al hogar donde vivo que sale a las 9:20, pues esperar la siguiente unidad en esa parada, ya que es un verdadero atentado.